Como tal vez sepas, además de bailar y enseñar a bailar tango, soy pianista y compositor (doy algunas clases de piano y de armonía también). De hecho, empecé en el tango y en la música más o menos al mismo tiempo, y los veo casi como dos aspectos de una misma cosa… Pero no me quiero adelantar. Lo importante es que desde hace muchos años que ayudo a bailarines a integrar la música a su danza un poco mejor, y hoy quería que hablemos un poco de esto.
Cuando dí mi primer curso de música hace unos 15 años, organicé cómo enseñar basándome en algunas ideas básicas que los músicos usamos para explicar lo que hacemos, como ritmo y melodía. En esas épocas no había tanta gente dedicada a esta temática específica, pero hoy en día es más usual ver clases y seminarios sobre estos temas, así que podemos aprovechar para charlar sobre cómo se aborda este tema y qué problemas trae.
Distintos tipos de clases
Las clases de música para bailarines que veo normalmente caen en uno de dos grupos, que podríamos describir como clases de lenguaje musical por un lado (hace muchos años yo incluìa un poco de esto), y clases sobre las características y diferencias de distintas orquestas por otro.
En el primer grupo están las clases que tratan de enseñar sobre el lenguaje técnico de la música. Esto es bastante lógico como acercamiento a primera vista, y es de acá de donde vienen la mayoría de las inquietudes que la gente que baila tiene sobre música. Algunos quieren saber sobre cuántos compases tienen las frases, otros quieren entender las diferencias entre 2/4 y 4/4, o entre las negras y las corcheas, los más aventurados me hablan de escalas y acordes, y cosas por el estilo.
El problema de este acercamiento es que en general no estamos hablando de música, sino tratando de descifrar el lenguaje que los músicos usan para hablar con otros músicos. ¿Por qué es un problema? Porque no es relevante: entender la diferencia entre una negra y una corchea no ayuda a bailar mejor. Los músicos no pensamos en negras y corcheas cuando bailamos tampoco, ni cuando tocamos (aunque las reconocemos, claro). Incluso en algunas ocasiones estas discusiones cierran posibilidades de danza, así que no sólo no ayudan sino que perjudican.
La otra forma de reconocer las clases de este grupo es que suelen ocupar bastante tiempo en actividades como aplaudir a tiempo, caminar sueltos a tiempo, y variaciones sobre esto. Quiero ser claro al decir que me gusta cuando la gente pisa a tiempo. Pero también en decir que no creo que pisar a tiempo sea sinónimo con ser musical, ni creo que estos ejercicios sean la mejor idea para lograr pisar a tiempo.
El segundo grupo de clases se enfoca en charlar sobre distintas orquestas históricas, qué características tienen, y cómo hay que bailar cada una según estas características.
Este acercamiento es interesante porque llena un vacío notable del grupo anterior, hace más foco en la danza, y se toma el trabajo de acercar la música a la tarea habitual de los bailarines. Sin embargo, los problemas también son muy serios.
El primero es que ofrecen una “receta” que nos dice qué hacer según la orquesta, contribuyendo a una conducta estereotipada en la danza y a un conocimiento superficial en general. Me hace recordar a Gombrich, que comenta en su Historia del Arte sobre la gente que lee que el claroscuro es importante en Rembrandt, entonces va al museo, encuentra un Rembrandt, dice “¡Ah! Maravilloso claroscuro…” y sigue su camino, casi sin mirar la pintura.
El segundo inconveniente es que estos cursos enfocan en unas pocas orquestas de la época de oro. Seguramente son hermosas orquestas, pero hacer foco exclusivo en ellas asegura que los bailarines no estén preparados para bailar con orquestas nuevas, a menos que sean copias modernas con el mismo estilo de ejecución de las glorias de otros tiempos. Como dice el dicho, “pan para hoy, hambre para mañana”.
¿Cómo solucionar estos problemas?
Sobre cómo Bailar la Música
La primera idea para repensar cómo estudiar música es tratar de entender qué es la música, y qué significa ser musical. Lo que escucho muchas veces de los bailarines cuando hablan de musicalidad tiene que ver con pisar a tiempo. Lo curioso es que sería difícil encontrar músicos que piensen lo mismo (aunque saber llevar el tiempo es importante para casi cualquier músico). Si tratamos de entender qué quiere decir “musical” para un músico, la mayoría de las veces se puede reemplazar esa palabra por “expresivo” y mantener el significado general. Ser musical no es ser un reloj suizo. De hecho las computadoras están programadas para ser un poco imprecisas al momento de hacer música, porque si no suenan… ¡mecánicas! Ser musical es ser expresivo.
Si aceptamos la definición de “musical” que tienen los músicos, el modo de encarar un seminario de música cambia totalmente, y el foco de atención se transforma para los alumnos. Es que si estamos tratando de detectar el contenido expresivo de una idea, pierde sentido preguntarse si tal nota es una negra o una corchea. Esta información vuelve a ocupar la posición que le corresponde, la de un dato “de color”, de un detalle circunstancial.
La otra ventaja enorme de pensar así las cosas es que nos devuelve la capacidad de acción a los bailarines. Es que si para hablar de música hay que hacerlo en términos de músicos, los bailarines siempre quedan afuera, no sólo de la discusión sino de la posibilidad de integrar las ideas a su baile. Por el contrario, si ser musical es ser expresivo… ¡Los bailarines también podemos tratar de ser expresivos! La clave es recordar que la danza no está compuesta de movimientos, sino de sensaciones. Y es por eso que también tenemos que trabajar sobre la danza en los seminarios, para que podamos realmente entender cómo bailar la música. A lo largo de los años tuve la oportunidad de trabajar con algún que otro músico extremadamente talentoso que nunca había podido volcar en la danza todo lo que sentía y sabía, simplemente porque a veces no es evidente cómo hacer la coexión entre los dos mundos. Esto también hay que trabajar, y es fundamental.
Entonces para ser musical alcanza con empezar a entender mejor qué usa la música para expresar sus sensaciones, y con empezar a conectar esas sensaciones de la música con las que sentimos a través del cuerpo al bailar. Por eso digo que la música y danza son dos aspectos de lo mismo, ¡porque lo que siento al piano o en la pista es casi lo mismo! Siguiendo estos pasos, la música empieza a mostrarnos caminos que nos ayudan a avanzar técnicamente, a encontrar nuevos movimientos, y a mejorar el diálogo en la pareja. ¿Suena bien? No sabés lo feliz que te puede hacer encontrar algo de esto…
¿Preguntas, comentarios? ¡Por favor, dejámelas acá abajo! Y si te interesa enterarte de las próximas actividades (como el Seminario “Bailar la Música”) y de los posteos y novedades, no dejes de suscribirte.
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JOSE LUIS says
Estamos críticos eh! Y es (me parece) la única manera de avanzar y mejorar viejas estructuras. Justamente estoy haciendo un curso sobre música – tango – baile, y vimos ya las corcheas y demás. En fin, todavía no puedo opinar hasta tanto termine el curso, lo mismo que cualquier carrera, creo que (lamentablemente) hay que terminarla para saber si fue buena o no, para tener un panorama completo de todos los elementos que nos dieron.
Me gustó mucho lo que decís y el ejercicio que proponés en el tema «diálogo de la pareja», ya desde el vamos, desde «escuchar juntos el tango» que vamos a bailar, propone algo así como tomarse un tiempo, como que bailar un tango con otro/a es algo tan importante que merece la pena tomarse el tiempo de escucharlo juntos, proponer algo y luego sentir la propuesta del otro, además de las charlas al final del baile.
Muy bueno profe,
gracias y abrazo
jlc
Juan Miguel Expósito says
¡Ja, sí, siempre con espíritu crítico, José Luis! Pero entiendo que hay gente que prefiere las viejas estructuras, y está perfecto también, simplemente no es lo que yo elijo… Y creo que no soy el único, así que me toca explicar un poco por qué no lo elijo y qué alternativas hay… 🙂
Con respecto al tema más específico, el asunto es que los músicos normalmente no hablamos de música (sino de cómo se construye técnicamente la música), entonces hay gente que conoce los conceptos musicales, que los explica bien y que toca bien un instrumento, pero que no consigue aportarte mucho para bailar. Ser músico *no alcanza* para enseñar a bailarines sobre música, y tampoco es suficiente que haya otra persona que se encargue del baile por separado. Los contenidos y el modo de explicarlos y ordenarlos *tienen que estar vinculados con bailar*, o el alumno nunca los va a poder integrar.
Me alegro que te guste el ejercicio, es una de las poquititas cosas que sobrevivieron desde la versión original del sitio, de hace más de 8 años ya. 😀
¡Gracias por tus comentarios!
Natalia says
Hola . Me gusto mucho tu nota. Estoy buscando algún músico(a)/bailarin(a) para que me ayude a interpretar bien la música en mi baile. Vos das clases en Bs As?
gracias. Abrazo
Juan Miguel Expósito says
Hola Natalia, gracias por tu comentario 🙂 Yo doy clases en Buenos Aires, sip, en unas horas vuelvo a casa y te escribo. ¡Gracias!