[ACTUALIZACIÓN] Republicado, ahora con fotos para ayudarte a encontrar el punto a buscar. ¡Gracias por la sugerencia, Morgane!
Hoy vamos a trabajar dos aspectos sobre los que construimos físicamente el resto de la danza: el equilibrio y la postura. Para eso vamos a usar dos ejercicios distintos, que sirven de forma independiente del otro, pero son mucho mejores al entenderlos como complementarios. En esta primera parte, uno de estos dos ejercicios, en el que vamos a explorar cómo deberían funcionar los apoyos de los pies al bailar.
El apoyo de los pies para el tango
En el mundo del tango casi siempre escuchamos que el peso debe ir sobre los metatarsos, es decir que nada o casi nada del peso del cuerpo debe volcarse a los talones. Por otra parte, en condiciones normales, el peso del cuerpo se reparte en el pie en partes más o menos iguales entre la parte posterior y la parte anterior del pie.
Tal vez sea mi lado más conservador el que habla, pero no creo que sea una gran idea tratar de usar partes del cuerpo de un modo distinto al más óptimo que tenemos, producto del diseño acumulado por millones de años de evolución, especialmente si no hay una muy buen motivo. Especialmente porque la región de descarga del peso sobre el pie influye directamente en la alineación corporal completa.
O sea, pisar como estamos diseñados para pisar hace que el resto del cuerpo se acomode de la mejor manera posible sin esfuerzo.
Con este único punto ya me parece más que suficiente para desafiar la concepción tradicional del peso hacia adelante. Vale aclarar que cambiar los apoyos y la alineación trae algunas diferencias estéticas menores también, pero no creo prudente ocuparse de la estética antes que de la funcionalidad (¿casi?) nunca, especialmente cuando las diferencias son tan sutiles como en ese caso.
El trabajo entonces es pisar como pisamos siempre. Fácil, ¿no? ¿O sea que no hay ejercicio, gracias por leer? Tampoco es tan así, vamos con las instrucciones, en dos partes.
Primera parte
- Sentate en el piso con comodidad, sacate los zapatos y, si podés, las medias. Si el piso está frío, una colchoneta, un almohadón o una mantita ayudan mucho…
- Apoyá un pie sobre el muslo contrario, para que descanse (trabajamos un lado primero). El pie naturalmente presenta un arco que lo recorre en la dirección adelante-atrás. Con la mano del mismo lado que estás trabajando, buscá la línea que recorre parte más alta de ese arco (fig. 1), y a su vez buscá el centro de esta línea (fig. 2). Encontraste un punto que está más o menos equidistante de las partes blandas en el talón y en los metatarsos, y del borde interno y externo del pie.
- Usá el pulgar de tu mano para masajear este punto con pequeños círculos. No uses demasiada fuerza, pero tampoco demasiado poca. Es importante que sepas que tal vez los masajes se desplacen algunos milímetros del punto que detectaste en el paso anterior porque te resulta más cómodo así, esto es normal y es correcto (pero no es obligatorio). Un minuto suele ser suficiente.
- Terminá el masaje con una presión más fuerte sobre el punto que encontraste, y sostené la presión por varios segundos, entre 15 y 30 suele funcionar bien.
- Repetí 2, 3 y 4 usando el otro lado, trabajando el pie contrario con su mano.
Si todo va bien, el trabajo intensivo sobre estos dos puntos en la planta de tus pies hace que sigan presentes en tu mente, incluso cuando no los estás tocando. Una forma de descubrir si esto es cierto es tratando de encontrar mentalmente el punto del primer pie que trabajaste, justo después de terminar de trabajar con el segundo. Normalmente aconsejo repetir la serie completa una vez más, pero mucho más rápido, para asegurarte de que tenés las sensaciones frescas.
Segunda parte
- Ahora levantate. Los pies siguen descalzos, o con las medias.
- Con los pies un poquito separados (ancho de hombros está bien) y las rodillas sueltas y relajadas, intentá llevar tu mente a los dos puntos que encontraste en la primera parte, e imaginá que esos centros viajan cada vez más profundo hacia el centro de la tierra.
- Con el cuerpo relajado y concentrándote en los puntos que viajan hacia la tierra, mantené esta posición por algunos momentos, un minuto o dos. Es posible que se vayan soltando otras partes del cuerpo mientras esto sucede. Permitilo. Si te hace falta, volvé a tocar los pies un momento para reforzar y verificar las sensaciones.
- Cambiemos un poco. Siempre en mismo lugar, llevá el peso de tu cuerpo hacia adelante y luego hacia atrás, repitiendo este movimiento como un péndulo. Tratá de detectar el momento del viaje en el que estás pasando por los puntos que trabajaste.
- Gradualmente reducí la amplitud de los movimientos pendulares, haciéndolos cada vez más pequeños y más cercanos a los centros del pie que trabajaste, hasta que finalmente tu cuerpo vuelva a quedarse quieto y descansando sobre ellos, como en el punto 3. Si querés, repetí 4 y 5 una vez más.
- Por último, dedicá unos momentos a caminar por el salón con esta nueva conciencia de los pies y de cómo te vinculás con ellos.
Eso es todo por hoy. Lo que sigue es tratar de mantener estas ideas mientras bailás, por supuesto, pero para esto ayuda también el próximo ejercicio de la serie. ¡No te lo pierdas!
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[ACTUALIZACIÓN] Republicado, ahora con fotos para ayudarte a encontrar el punto a buscar. ¡Gracias por la sugerencia, Morgane!
Morgane says
Hola,
gracias por sus ejercicios.
Serìa posible obtener un dibujo con el punto en los pies que describé?
Juan Miguel Expósito says
¡Si, gran idea! En uno o dos días estará listo…
Juan Miguel Expósito says
Actualizado con tu sugerencia, ¡gracias nuevamente! 🙂
Morgane says
Muchas gracias! 🙂
Marcela Guajardo says
Me encanta el Tango y siempre quiero aprender mas para tener equilibrio una buena postura y bsilar lo mejo q pueda!
Juan Miguel Expósito says
Marcela, me pasa lo mismo, el camino hacia bailar mejor nunca termina… ¡Siempre hay algo un poquito más adelante para investigar! Espero que te hayan servido las ideas y sugerencias de este ejercicio. 🙂
Marcela Guajardo says
Si..muchas gracias..me sirve mucho!