Estos días estoy ocupándome de revisar, volver a corregir, y traducir mi libro (si no sabías, sí, escribí un libro, y estoy intentando publicarlo, espero que pronto). En medio de eso, me crucé con un video que no es de tango, pero como estaba con el cerebro «en tema» igual me pareció una buena excusa para hablar del tango y sus complejidades. Quedate un rato para ver el video y enterarte de cómo puede ayudarte para tu tango.
No sé vos, pero yo soy un apasionado desde hace muchos años de una iniciativa llamada TED. TED es una conferencia que se realiza anualmente en USA, y que está enfocada a Tecnología, Educación y Diseño (de ahí las iniciales) con charlas de hasta 18 minutos cada una, con «ideas dignas de difusión» (ese es su lema).
Dos cosas son muy interesantes de TED. La primera es que tienen hasta la fecha más de 1700 videos publicados para ver en su sitio, totalmente gratis, y en muchos casos con subtítulos en muchísimos idiomas (¡incluso se pueden buscar videos sólo en español!). La segunda es que hace unos años decidieron abrir el programa a otros organizadores, creando los TEDx, que son eventos con las mismas características pero que se pueden realizar en cualquier lugar del mundo. Esta charla en particular que comparto hoy con vos se filmó en TEDxHouston, pero hace varios años que también tenemos TEDx en Argentina. La primera fue en Buenos Aires y es parte de lo que hoy es TEDxRíodelaPlata, la inscripción y asistencia es gratuita, y hay otros eventos locales por todo el país.
Veamos el video primero, y charlemos qué tiene de tango después.
Nuevamente, si te gustó la idea de estas charlas te recomiendo buscar una iniciativa local y pasar por www.ted.com. Eso sí, te aviso que podés pasarte días y días enteros mirando conferencias atrapantes…
Desarmando algunos misterios del tango
Con algo de suerte al ver el video se te aparecieron algunos puntos de contacto con el tango. Vamos a repasar lo que plantea la expositora, Brené Brown, de a poco.
Después de unos minutos de introducción, Brown nos cuenta que se decidió a estudiar la conexión entre las personas. Esto es interesante, y seguramente en este punto empezaste a prestar atención más seriamente: toda persona vinculada al tango escuchó decir hasta el hartazgo que la conexión es lo más importante para bailar bien. Sin embargo, nadie se toma el tiempo y el trabajo de meterse más sistemáticamente en el tema para tratar de entenderlo mejor (yo sí lo hago, aclaro por si hacía falta 😉 ). Esto de hablar de la conexión y no trabajarla parece una paradoja inexplicable, pero Brown también nos da algunas pistas sobre el tema.
Creo que lo primero que hay que poner en claro es que no es una paradoja, sino una mera incapacidad pedagógica. Una incapacidad pedagógica de cada docente que no lo sabe explicar, sí, pero, sobre todo, una incapacidad pedagógica y metodológica del propio modo en el que describimos al tango. Es un tema para explorar más detalladamente (y está en el libro…) pero digamos que el acercamiento cientificista de describir los movimientos desde afuera nos perjudica, porque la conexión no es algo muy visible ni medible, y como Brown cita en el video, «si no se puede medir, no existe«.
El segundo motivo por el cual no es una paradoja sino algo simple de ver, es que el video nos enseña que el factor asociado con la falta de conexión es la vergüenza, que no es más que un tipo de miedo: el miedo de que quien yo soy realmente no sea digno de que otros quieran conectar conmigo. Y hablar del miedo, del ridículo y de la vergüenza no es algo fácil, así que sencillamente nunca lo hacemos y el problema descansa tranquilo. Yo tampoco hablo tanto del miedo y de la vergüenza en general, voy directamente al paso siguiente.
Brené Brown dice que según su investigación la característica en común, el requisito para la conexión, para no tenerle miedo y sentirse digno de ella, es aceptar nuestra vulnerabilidad. Lo que todos tienen en común es el coraje para ser imperfectos, la compasión para ser gentiles con ellos/as mismos/as y con los/las demás, y como resultado surge la conexión, Esta conexión es el resultado de la autenticidad, de aceptarnos como somos y de soltar lo que creemos que debemos ser.
¿Y cómo se hace esto en el tango? Desde hace muchos años que vengo insistiendo en que la base del tango no son sus movimientos, sino las sensaciones. Esto no es un giro pseudopoético, en mi caso es una metodología concreta y organizada de trabajo. Y si trabajamos desde nuestras sensaciones, necesariamente empezamos a valorar lo que somos y deseamos, más que lo que deberíamos ser o querer (en contexto de tango, esto del deber ser lo aportan las figuras/pasos).
El acercamiento a las sensaciones también necesariamente nos enfrenta con nuestras imperfecciones y limitaciones, pero al mismo tiempo nos muestra un camino para trabajarlas. Esto quiere decir que mientras la sensación nos muestra de verdad dónde estamos parados en el sendero, también nos orienta y nos ilumina el camino.
Por último, al trabajar con nuestras sensaciones físicas, emocionales y espirituales de modo permanente y sistemático, estamos en las mejores condiciones posibles para mirar, escuchar, entender, aceptar y recibir al otro… física, mental y espiritualmente. Como ves, estas ideas nos ponen en la senda de la conexión y de la improvisación plena con el otro.
La ilusión del control
En este punto Brené Brown menciona que vivió estos descubrimientos como una traición: su vida estaba dedicada a controlar y predecir, y su investigación le indicaba que esto era una muy mala idea. En el caso del tango, la idea de desarmar la necesidad de controlar destruye uno de los aspectos más arraigados del tango según se enseña en todo el mundo. ¿Alguna idea de qué puede ser? Te doy una pista, está arriba, en el título de esta entrada…
Hablar de los roles en el tango es tarea para largo, y le dedico un capítulo entero (¿se me nota la ansiedad por publicar mi libro?). Te voy a resumir lo más importante. Hablar de roles no es hablar de género. No tiene que ver con la sexualidad ni con los avances (o no) de los derechos de las mujeres, homosexuales, ni cualquier grupo en una sociedad. Y el problema de los roles no es que hay uno que es supuestamente más pasivo que el otro, sino todo lo contrario: el problema está en pensar que hay alguien que dirige.
Cuando menciono que no hay roles en el tango la primera pregunta que siempre me hacen es «¿y si quiero ir para un lado y él/ella quiere ir para el otro?«. Hay un regusto agresivo en plantear la pareja como un conflicto y querer buscar un ganador. Cuando alguno de los dos se empaca con que hay que hacer algo, ya el problema está instalado.
El proceso real es mucho más flexible: mis sensaciones incluyen a la persona con quien bailo. Si mi compañera no está lista, no le propongo moverse, si le es fácil ir hacia la derecha, no le propongo la izquierda. ¿No la estoy siguiendo entonces? Si bailo diferente con cada persona, ¿cómo puedo seguir pensando que soy yo quien realmente está dirigiendo la cosa? Y si nada cambia aunque cambie de parejas, ¿estoy conectando?
Empezar a cambiar este modo tóxico de pensar y sentir en roles nos permite abrazar cada vez más el camino de la conexión, el coraje, la imperfección propia y ajena, la compasión y la improvisación compartida. Crear no es más que dejarse transportar por quienes somos y lo que nos pasa, y en tango eso no se puede pensar en solitario.
Por último, como dice Brown en los últimos minutos de su charla, no es posible bloquear sólo los sentimientos malos, al bloquear uno adormece todo al mismo tiempo. Por eso si te animás a pensar y vivir el tango de este modo las recompensas son enormes momentos de disfrute, de encuentro, de intimidad, y de una delicadeza emocional y espiritual (¡y física!) irreemplazables. Por eso las sensaciones deberían ser siempre el eje más fundamental del estudio de la técnica.
¿Qué pensás? ¿Te interesa explorar este modo de pensar el tango? ¿Hubo otros pensadores, estudiosos, investigadores, que te hicieran replantearte cosas de tu tango? ¿O que dijeran cosas que te ayudan a expresar lo que pensás desde hace rato, como es mi caso con esta conferencia? Dejame un comentario y contame, me encantaría saber :D. Y no te olvides de suscribirte completando el miniformulario acá al costado para que te avise de las próximas actividades…
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Gracie Daisy says
Muy bueno Juan, rescato una de las cosas en las que mas me senti idem…. » cambiar el modo de sentir en roles nos permite abrazar….. la impro COMPARTIDA!!!!
Genio ! cuando bailamos?
Juan Miguel Expósito says
¡Muchas gracias Gracie Daisy! 😀 A veces me sorprende escuchar y leer tan poco sobre algunos temas importantes, así que me decidí a dejar algunas ideas por escrito, a ver si ayudan. A mí ya me ayuda que gente como vos me diga que está de acuerdo, me hace sentir menos solo. Gracias de nuevo. Ah, y cuando quieras bailamos un poco 🙂
Karla Butrón Valdez says
Me encantó esta entrada, me propuso precisamente toda esa serie de conflictos que existen en mi, nunca había considerado que al bloquear lo malo se bloquea definitivamente todo lo demás, mi deseo más grande al bailar es disfrutar de la conexión, creo que es magia, definitivamente estoy inclinada en explorar a fondo las sensaciones, pero debo confesar que me cuesta mucho trabajo, y lo he descubierto en este último mes… al borde de querer rendirme con el tango, me desespera tener tan bloqueado esa que no permite avanzar, me siento estancada…
Juan Miguel Expósito says
¡Gracias por tu comentario, Karla! Es un camino largo y hay que tener paciencia, pero cuanto antes entendamos la dimensión del problema y un poquito de cómo encarar la solución, antes vamos a empezar a progresar. Perdón por demorarme en contesta, tu mensaje se me había «traspapelado» virtualmente. Un abrazote 😉